El informe anual de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) no solo determinó que el total de personas pobres ascenderá a casi 215 millones una vez finalizada la pandemia de coronavirus, sino que además informó que Venezuela, México, Colombia, Argentina y Bolivia, en ese orden, encabezan la lista con mayores niveles de miseria.
«La pobreza es mayor en áreas rurales, entre niñas, niños y adolescentes; indígenas y afrodescendientes; y en la población con menores niveles educativos», explica el documento.
La CEPAL propone implementar a corto plazo las transferencias de emergencia como el Bono Contra el Hambre, el Ingreso Básico de Emergencia (IBE) y el IBE para mujeres.
A mediano plazo sugiere avanzar a consolidar un ingreso básico universal para la priorización de familias con niños, para así consolidar a largo plazo un «sistema universal, integral y sostenible de protección social, como componente central de un nuevo Estado de bienestar».
Para el organismo internacional, uno de los problemas principales es la falta de solidaridad entre naciones en momentos críticos y el endeudamiento excesivo.
«Debemos enfocarnos en garantizar la inversión para la recuperación en los países», enfatizó Antonio Guterres, el titular de la organización de las Naciones Unidas (ONU).
Según el ente es la primera vez en dos décadas que aumenta la pobreza en el mundo, una situación que está estrechamente relacionada con la crisis de la pandemia del Covid-19, la cual ayudó a incrementar la brecha de desigualdad entre ricos y pobres en países en vía de desarrollo.
«Los niveles actuales de pobreza son una acusación moral de nuestro tiempo», aseveró Guterres, quien expuso que la pandemia del Covid-19 «ha permitido que las sociedades y economías de todo el mundo se hayan estancado, dejando en la pobreza a 120 millones de personas en el 2020».
«La asimetría en la recuperación está profundizando aún más las desigualdades entre el Norte y el Sur. La solidaridad brilla por su ausencia, justo cuando más la necesitamos», agregó.
A todo este panorama se suman las complicaciones internas de cada país: las dificultades para encontrar trabajo, la inseguridad y la escasez de alimentos, una situación que golpea incluso más duro a países políticamente inestables.